martes, 7 de julio de 2015

La Panadería

La primera vez que entré en La Panadería pedí un panecillo integral y estaba duro. 
Eso debía haberme dado la pista, haber sido una señal, un augurio... pero no hice caso a mi instinto y al día siguiente volví. 

El panecillo 2.0 estaba más duro todavía, probablemente nació de la Masa Madre de Piedra, la integral primigenia, el primer Panecillo Duro de La Panadería.
¿Será por la integralidad?, pensé. Mañana pediré distinto. 


Me aseguré la jugada: Viena. Creo que me he pasado. ¿Me sabrá a bocadillo infantil? ¿Qué será lo siguiente, pan de donut? 
Y si, el pan de Viena de La Panadería es suave. De plástico blando, sin gracia, sin alma, goma. Como atiborrarse de ganchitos que llevaran dos semanas con la bolsa abierta. 

Integral? Duro. Con sésamo? Duro. Con cositas indescifrables? Decepcionante desde el primer mordisco, sin sabor, sin aroma, sin chispa. 

Hoy me apetecía empezar el día con osadía y he pedido una baguette. Las baguettes son esponjosas, blanditas, suaves y tiernas. Pero estoy en La Panadería y sé a qué me enfrento. Una baguette puede ser una trampa mortal, no debo bajar la guardia ni dejarme engañar por el aspecto.

Las veo armoniosamente agazapadas en su cesto. Me miran mostrándose apetecibles y sensuales, su miga intuida como espuma, sutil, vaporosa, etérea, su corteza simpática y crujiente. En mi imaginación, huelen a infancia, suenan a minué y saben a querer más. 

Una neurona especialmente lista anda muy ajetreada intentando enviar mensajes de alerta (eh! La terca! Déjate de minués y céntrate en los hechos: estás en La Panadería! ¿Cuándo dejarás de entrar en este establecimiento espantoso?), sin éxito. Las baguettes me tienen atrapada, es demasiado tarde. 

Y aquí estoy, masticando piedras con entusiasmo. La corteza me ha abierto una herida en el labio inferior y me he mordido sin querer al intentar someter una costra especialmente rebelde. La miga es como masilla de pared, la barra de cuarto seguramente pesa dos kilos.
Tengo mucha sed. Es lo que tiene desayunar cactus de harina. 

Pero gracias a la baguette por fin lo he descubierto: La Panadería es de cartón; es un decorado hábilmente camuflado en la calle Balmes. Parece de verdad, pero es atrezzo. ES ATREZZO.